INICIO DE LA TORMENTA
¿Cuándo tu vida puede
irse a la mierda? No se fue a la mierda cuando mi nacimiento provoco la muerte
de mi madre. Tampoco cuando ahogado de pena, nuestro padre se volvió adicto al
trabajo y nos dejó a mi hermano y a mí, solos. Mi vida seguía normal cuando mi
hermano me llamaba asesina. Cuando mi padre me veía con otros ojos al crecer,
aun mi vida era tolerable. Cuando mi
hermano comenzó a tratarme bien y me enamore de él, mi vida comenzaba a tener
sentido. Cuando descubrí que eso era un pecado, aun mi vida era estable. Cuando mis cambios de humor y mis emociones estuvieron
descontroladas, aun todo estaba bien; aun cuando el doctor diagnostico
bipolaridad. Cuando mi hermano tuvo su primera novia y me rompió el corazón, mi
vida continuaba. Cuando mi padre, en una noche de alcohol, entro a mi cuarto y
quiso tocarme, y al gritar mi hermano entro al cuarto y golpeo a mi mareado
padre, todo parecía normal. Cuando mi hermano y mi padre dejaron de hablarse y
todo era mi culpa, todo estaba normal. Cuando descubrí que era paranoica
gracias a internet, ni me inmute. Cuando mi relación con Finn termino, supuse
que solo era cuestión de tiempo. Cuando mi hermano me conto de su nueva novia,
ya me había resignado. Entonces ¿Cuándo tu vida puede irse a la mierda?
Se fue a la mierda cuando
escuche a esos hombres de negro hablar con mi hermano, diciendo lo mismo que mi
padre dijo hacía algunos meses. Lo mismo que yo había investigado en internet.
Era solo cuestión de
tiempo para que mi padre en llamara y así sucedió. Me llamo con su asquerosa
voz, me recomendó huir. Dijo que de lo contrario iría a un orfanato y mi hermano igual. Él por ser
mayor podría salir pero yo no. Y sé que eso lo mataría. La desesperación de no poder hacer nada por mí,
lo mataría. Y a la única persona que no puedo herir es a él.
Canela y Finn ya sabían
todo. Hoy terminaría todo.
Me puse un pescador y
un polo beige. Arregle mi cabello y fui a la sala donde estaba esperándome la nueva
novia de mi hermano.
Cuando llegue, apenas
los vi sentí celos. Celos de verlos tan juntos. Ella estaba acorralándolo a una
pared, sin dejarle escapatoria. Se notaba mayor, claro que lo era. Ella era
mayor. Por la forma de vestir se notaba lo mayor que era. Franco me vio y le
hizo un gesto a Marceline para avisarle
de mi presencia. Ella giro a verme y sonrió. La odio.
Su cabello es largo y
negro como la noche más oscura. Su sonrisa es perfecta, fastidiosamente
perfecta. Es alta y delgada. Apuesto a que se debe morir de hambre, o que es de
aquellas chicas que solo comen verduras y frutas. No tiene estómago, no puede
tener órganos dentro. Hasta pareciera que le faltan costillas. Pero lo peor es
su manera de vestir. Viste provocativamente todo muy pequeño y super apretado.
No hace calor como para haber venido vestida así, lo hace para provocar.
-Fabiola – se acercó y
me dio un beso en la mejilla – Es lindo por fin conocerte… Formalmente
- si…
- Soy Marceline
- si… lo se…
De la nada apareció un
momento incómodo. Sé que debo seguir la conversación y nos er tan cortante,
pero me duele que este podría ser el último día que vea a mi hermano y lo tenga que compartir con
ella.
-Mi hermano habla de ti
- ¿Lo hace?
Ella sonrió y volteo a verlo. Franco conocía a su hermana y le
pregunto:
-
Faby, ¿quieres
que te compre algo?
-
Solo una
gaseosa
-
Iré por ella,
por favor cuida de Marceline
Así el muchacho se
fue, dejando a su hermana con su novia, juntas.
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